Seguir la moda es una completa estupidez
Steven Vogel (Londres, 1979) sabe mucho de cultura callejera. Es el autor de Una guía de la moda urbana (Gustavo Gili), trabaja para Burton Snowboards y ha estado en la cocina de Bread & Butter, la feria que mueve 80 millones de euros y que hoy abre puertas en Barcelona. Vogel avisa que se desplazará por el recinto en su monopatín.
--¿La moda urbana consiste en preocuparse por que parezca que no te preocupas de la moda?
--Ja, ja. El fenómeno de la moda urbana nació a principios de los años 80 en Manhattan. Un grupo de gente empezó a mezclar la cultura del surf, la música punk, el pop art. Estaban en la onda del hágaselo usted mismo. Fabricaron su ropa, su música, sus skates. Eran contracultura. Luego los Beastie Boys, un grupo de chicos blancos que rapeaban en las giras de Madonna y que mezclaban música, skateboard, arte y fiesta, hicieron despegar la ropa de calle.
--Un inciso. ¿Qué tiene que ver el skateboard con el arte?
--Si nunca ha utilizado un skate, es difícil que lo entienda...
--Intente explicar ese prodigio.
--El skateboard tiene mucho de deporte, pero también tiene que ver con la mirada sobre la realidad. Cuando lo practicas, sientes mucha euforia, se desconecta tu cerebro y empiezas a ver de otro modo la arquitectura urbana. Evalúas los edificios según puedas o no skatearlos. El perfil de la ciudad cambia. Todo eso te hace más susceptible al arte, te lleva a producirlo.
--¡Si que da de sí un monopatín!
--La tabla desata tu creatividad. Cuando tengo un mal día, hago skateboard durante tres o cuatro horas y me siento genial.
--Pues ya tiene usted sus años...
--Y las dos clavículas, las muñecas y el tobillo perjudicados... Mi médico me dice que piense en ir dejándolo, pero yo me resisto.
--¿Es posible la contracultura en la era de internet?
--Es imposible. Hoy la contracultura solo dura cinco minutos. Cuando alguien hace algo revolucionario en alguna parte del globo, todo el mundo se entera. Y en cuanto se divulga, forma parte de lo corriente. La gente ve las imágenes on line y creen formar parte del movimiento. ¡Falso!
--Entonces, la contracultura es un negocio.
--Así es. Pese a que unos cuantos nos lo seguimos tomando en serio, ja, ja.
--Si uno quiere ser ultracool, ¿qué debe hacer?
--Debe instalarse en Hawái, fumar muchos canutos, surfear a tope y saber quiénes son Hiroshi Fujiwara, James Jebbia o Shann Stüssy. Hay que hacer lo que te apetezca.
--¿Y es obligatorio llevar varias tallas más de pantalón?
--Con dos tallas más basta, ja, ja. Si haces skateboard, necesitas que el tiro del pantalón no se cargue tus testículos en un salto.
--Difícil lo pone.
--El secreto está en mantener esa estructura mental de independencia, pero también en no temer que pasen los años. Seguir la moda es una completa estupidez.
--¡Lo dice usted!
--Yo soy muy conservador en el vestir. Creo que, cuando sales de casa, tienes que hacer un esfuerzo por tener buen aspecto. Por más cool que sean las camisas, procuro llevarlas limpitas y abotonadas.
--Un comentario de abuela, si me permite.
--Pues le haré uno más. Me parece nefasto que los críos sigan la moda sin reflexionar. En mi blog les invito a negarse a comprar lo que les digan, a consumir sin pensar.
--¿Quién dice qué es y no es moda?
--Últimamente parece que fascinan los famosos. La gente se fija en lo que llevan Victoria Beckham o Paris Hilton. ¡Las empresas les pagan barbaridades para que lleven su ropa!
--Y encima Chanel o Nike hacen moda urbana...
--¡Copian! Yo diseñé una tabla para Burton y el belga Dries van Noten copió mi imagen en un vestido. Está mal robar, ¿no? ¡Pues es lo habitual! Nike, Adidas, Puma, Levi's copian... Y los pequeños diseñadores no se pueden enredar en batallas legales. No les queda otra que contarlo en internet y desacreditar al gigante.
--¿La capital del streetwear (moda urbana) sigue siendo Nueva York?
--Nueva York, como Londres y Tokio, son ciudades tan caras que los artistas se han ido largando.
--¿Y eso?
--Hace 15 años, un apartamento en el Lower East Side costaba 1.500 dó- lares. Hoy cuesta 10.000. Imposible pagar eso. Hoy son más interesantes Berlín y Vancouver.
--Oiga ¿y usted cómo se metió en estas harinas?
--Por la música. Yo tenía 14 años y un vecino de 18 me introdujo en la música hardcore. Ya sabe, Black Flag, Dead Kennedys... Y un año después papá me compró mi primer skate. Sobre él me di cuenta de que había un mundo distinto.
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